domingo, 19 de abril de 2009

LA TRAMPA DE LOS 16.

Tomado de un comentario de PALOMA. Gracias, amiga.

La trampa de los dieciséis.

—No te alarmes, colega —me dijo Kloster hace unos días—; no es preciso que salgas huyendo del país. Créeme, las niñas de 16 años no abortarán sin pedir permiso a papá. ¡ Cómo va a consentir nuestro gobierno semejante despropósito !
Para matar a un niño hay que ser mayor de edad o, al menos, que el abuelo sea cómplice de la faena. Nuestros amados líderes promoverán el aborto en familia, o sea, con más implicados.
La futura ley, ya lo verás, dejará claro que es preciso contar, al menos, con cuatro personas y media: una chica engañada, un cirujano sin escrúpulos, un abuelo que pague la factura, un psicólogo para anestesiar la conciencia de la mamá y un cadáver tan pequeño, tan pequeño, que casi no parezca cadáver.

Kloster no suele bromear con estas cosas y yo tampoco. O sea, que con su peculiar facundia hablaba muy en serio y supongo que tiene razón. Luego, me reveló lo que él llama “la trampa”.

—Supongamos —y por desgracia no es mucho suponer— que dentro de un año o dos el gobierno de turno decide legalizar el suicidio asistido. La “hoja de ruta” será más o menos ésta: Primero se filtra un rumor-sonda a la prensa amiga: “el gobierno está dispuesto a regular por ley el derecho a morir dignamente”. Es muy importante elegir bien las palabras: “derecho” y “dignidad” son vocablos hipnóticos muy adecuados para el caso. Conviene repetirlos para que vaya calando en el personal la idea de que uno tiene “derecho” a terminar con su existencia por las bravas y que, para conservar la propia dignidad, nada mejor que decidir el día y la hora del deceso.

A continuación se busca un caso límite; una de esas historias que conmueven a todos; se manipula convenientemente y se hace una peli bien subvencionada por el Ministerio de la cosa. Por último, se pregona que la ley no atentará contra nadie, ya que a nadie se le obligará a suicidarse. Sin embargo bastará con que el suicida tenga 16 años y firme la solicitud adjuntando el DNI, para proceder a la interrupción voluntaria de su miserable vida con cargo de la Seguridad Social, o sea, con todas las garantías higiénico-sanitarias.

Es previsible que la opinión pública reaccione con estupor y que las organizaciones defensoras de la vida salgan a la calle. La Plaza de Colón volverá a llenarse de ciudadanos: dos millones según los organizadores y varios centenares según el cuerpo de bomberos. Da igual. Lo malo sería que cayéramos una vez más en la trampa.

Y es que el ministro del ramo, intimidado por la “multitud vociferante”, recibirá a una comisión de los partidarios de la vida y dialogará a tope. Cederá en la cuestión de los 16 años y dirá que bueno, que 18. Garantizará a los manifestantes que nadie podrá interrumpir su vida sin cumplir algunos otros requisitos como la consulta familiar, el asesoramiento de expertos en la materia, etc. Y además el servicio de matarifes ya no será gratuito; habrá que pagar unos simbólicos euritos para el tercer mundo, y al suicida no se le privará del derecho a reclamar en caso de que algo falle y lo dejen a medias.

Como los partidarios de la vida humana no estarán de acuerdo ni siquiera así, el mensaje del gobierno será claro: entre los “fundamentalistas”, anclados en el pasado que no quieren saber nada de ampliar derechos, y los radicales que pretenden liberalizar el suicidio sin límites, ellos elaborarán una ley “progresista y centrada” que nos permitirá “avanzar” hacia un futuro laico, feliz y soleado, que será la envidia de los países de nuestro entorno.

—O sea…, que lo del aborto a 16 años sólo pretendía darnos carnaza. Nunca pensaron en serio en autorizarlo; era una especie de juego.

—Así es, colega, un juego..., y un juego vil, que no hay que jugarlo a ciegas, pues juegas cien veces, mil, y de las mil ves, febril, que o te pasas o no llegas.

Lo dijo don Mendo y tenía razón. Esta vez “nos pasamos” gritando contra los 16 años, sin comprender que la batalla era otra.

Para vencerla hay que plantarse.

1 comentario:

  1. Me equivoqué

    Pensé sinceramente que el gobierno no pretendía eso. ¡Como va autorizar a las niñas de 16 años a que aborten por libre, sin permiso paterno! Creí que era una trampa, un truco para que las protestas pro-vida se centrasen en esta barbaridad y así poder colar con vaselina el resto de la ley.

    Lo escribí aquí, y me equivoqué. Ahora resulta que van en serio. También las niñas, como 007, tendrán licencia para matar y podrán participar en la carnicería. La deshumanización continúa sin freno. El paganismo es implacable.

    Bernardo, comentando el artículo de Enrique G-M que publiqué anteayer, escribe que este asunto tremendo le tiene muy desasosegado.

    El horror que siente Bernardo deberíamos sufrirlo todos. Y luchar. Ojalá no nos atrofien la sensibilidad. Ojalá no caigamos nunca en la tentación de ser "moderados" a la hora de defender la vida humana.

    Seguiremos hablando y gritando. Claro que sí.

    Enrique Monasterio

    ResponderEliminar